Originalmente, en el alfabeto latino, la jota era una variante caligráfica de la (i), es decir, una 'i' con una califa alargada. Esta se usaba en la numeración romana al final de un número, cuando éste terminaba con más de una 'i'; por ejemplo: "23" en numeración romana, se escribía "xxiij" y no "xxiii". En latín y en las lenguas romances de la Edad Media representaba indistintamente los sonidos /i/, /iː/, y /j/ del Alfabeto Fonético Internacional.
El hecho de que en español la (G) y la (J) tengan el mismo sonido cuando están antes de la "e" y la "i", hace que haya confusión y errores de ortografía al momento de escribir palabras con este sonido, es por ello que para ambas letras existen normas para su correcto uso ortográfico.
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